domingo, 20 de noviembre de 2011

Ese algo está en nosotros.

Era de noche. Se encontraba en un desolado lugar. Por alguna razón, no sabía quién era. Vagó por las calles cual marinero navega por los mares, perdido, pero siguiendo su instinto. De pronto, una extraña figura se le acercó. La figura cada vez se hacía más nítida. Al parecer, esta persona sabía quién era el otro.

"Tu cara me resulta familiar. ¿Tu nombre no es Jonathan? Estoy seguro que ese es."
, dijo. Lo observó un poco, y luego se retiró. Cuando Jonathan se volteó para interrogar a aquel hombre, vio que desaparecía en la niebla. Corrió detrás de él pero era inútil. El hombre había desaparecido.

No pudo haberse ido muy lejos... ¿Jonathan? ¿Ese es mi nombre?

A medida que avanzaba, pequeños recuerdos afloraron de su memoria. En ellos, veía a una mujer muy bella. Ambos iban de la mano riendo entre besos y caricias. Alcanzó a decir un nombre: Mina.
Poco a poco, más recuerdos se hacían presentes. Entre ellos, un hombre gris acompañado de mascotas humanas y gitanos que querían convertirlo en uno de ellos... Drácula...

De repente, un grito lo trajo devuelta de sus recuerdos. "¡Jonathan!" Oyó decir... Reconoció la voz al instante: era la voz de Mina.
Ambos salieron corriendo el uno hacia el otro. Al fin volvían a estar juntos. Al fin volvían a decirse "Te amo"; a abrazarse y a besarse como nunca. Ya no estarían separados. Ya no se sentirían solos. Eran felices otra vez.

No hay comentarios: