miércoles, 14 de marzo de 2012

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Al fin había despertado, o eso creía.

Cuando despertó no podía ver nada debido a que se encontraba atrapado en una de sus celdas. Cada vez que los recordaba, un gran resentimiento y un fuerte instinto asesino lo invadían. Deseaba hacerles lo mismo que le hicieron pero diez veces peor. Se lamentaba por estar tan débil, por no poder levantarse, por no ser capaz de luchar. Ellos le arrebataron todo: su vida, sus amigos, sus sueños, su libertad. Pero no le importaba mucho ya porque todavía poseía algo de suma importancia, algo que ellos subestimaban: la voluntad.

Los dinosaurios aparecieron y comenzaron con su rutina: lo torturaron, lo lastimaron y le obligaron a decir la verdad. "No sé nada, basta, por favor..." era todo lo que decía, pero no les importaba en lo más mínimo. Continuaron con su tortura hasta dejarlo inconciente. Una vez hecho esto, optaron por devolverlo a su celda.

Al fin había despertado, o eso creía. El joven, todo lastimado, continuó aferrandose a su voluntad. Tenía la esperanza de que un día estos monstruos iban a pagar por todos sus pecados. Comenzó a reir frenéticamente mientras recitaba:

Los amigos del barrio pueden desaparecer
(...)
pero los dinosaurios van a desaparecer.

2 comentarios:

Cami dijo...

Genial, me encanta!

Hildu dijo...

Soy muy idiota si digo que llore? me encanto!