lunes, 26 de marzo de 2012

Abyss.

Hacerte problema por todo, no entender nada y que encima de esto se vengan los problemas de la escuela es fantástico.

Ganas de vomitar todo lo que tenés guardado.
Ganas de desaparecer. Ganas de explicar muchas cosas y no poder encontrar las palabras para hacerlo. Bloqueo mental
-te limita-

Querer decirle lo que sentís y no encontrar una puta manera de hacerlo.
Querer cambiar las cosas, volver el tiempo atrás; autoconvencerte de algo que sabés muy bien es mentira.

No querer aceptar la realidad.
No corrás. No podés escapar por mucho que lo intentés. El tablero ya está en su posición y las piezas están en movimiento; ya no hay marcha atrás. Jugá. Ganes o pierdas, mantenete firme y aceptá las cosas como en realidad son.

Enfrentá tus miedos de una vez por todas.
Si tenés ganas de llorar, llorá. Si tenés ganas de golpear la pared con todas tus fuerzas, ¿qué esperás? Liberate de lo que te hace mal -liberá tensiones-, soltate.



¡BASTA FLACO! Vivir en el pasado no te ayuda en nada y lo sabés. Que no te afecte, que no te saque de tu eje. No puede ser que después de tanto tiempo te venga a afectar justo ahora.

jueves, 15 de marzo de 2012

Sueño del 13/3/12.

Me encontraba vagando por las calles, perdido entre las luces que las iluminaban. Sumergido en mis pensamientos, recordé que me dirigía hacia su casa, deseoso por poder volver a verla luego de no recuerdo cuánto.
Cuando llegué, me armé de valor y toqué timbre. Me atendió con ese tono de voz tan gentil y propio de ella y me dijo que en un instante bajaba. Mis nervios no podían estar al máximo, y los latidos de mi corazón eran tan fuertes que sentía que se me escapaba del pecho. Bajó descalza y un poco desarreglada, pero no me importó en lo más mínimo ya que siempre fue así y es una de las características que más me atrapó de ella. Aunque por dentro no quería, me limité a saludarla con un simple beso de mejilla.
Nos pusimos a hablar y no podía evitar mirarla a los ojos y sentir que me desplomaba al instante. Esa sensación maravillosa de saber que el otro con una simple mirada, un gesto o una palabra, puede transportarte a los mismísimos Campos Eliseos o hundirte en lo más profundo del Infierno.

Los minutos pasaban y podía notar que había algo que le molestaba. Me limité preguntarle "¿Estás bien?" a lo que me respondió con una mirada que me sorprendió. Estaba al borde del llanto y se dio vuelta para que no la mirara. Me dirigí hacia donde estaba y la abracé, la abracé como nunca antes lo había hecho.

-¿Por qué?- dijo con tono de aflicción.
-¿Por qué que?
-¿Por qué me abrazás?
-¿Por qué llorás?
-No sé... Yo te pregunté primero.
-Te abrazo porque me preocupan esas lágrimas que intentás esconder. Me pone mal que te sientas así.
-¿Qué disparates decís?
-Ninguno- dije. -Pero si querés te digo uno. Aprovechá, que mañana puede que no me anime.
-...A ver...
-Me gustás.- fue lo único que me salió decirle.
-Ay, sos un idiota. ¿Cómo me vas a decir algo así justo ahora?
-Pero es un disparate, ¿viste?- dije con tono burlón.
-Andate...
-No, todavía no.
-¿Qué querés?
-Que me digas por qué llorás.
-Chau, me voy.
-¡Esperá! Te tengo que decir una cosa más.- dije para ahorrar algo de tiempo.
-No te quiero escuchar.
-Pero es importante.
-Decilo entonces, no esperés mi aprobación.
-Lo que te dije antes es un disparate, si... pero es la verdad.
-No te creo.
-¿No confiás en mí?- su mirada cambió al escuchar esta pregunta. Era como si todo ese enojo se hubiese esfumado.
-Si, pero...
-¿Entonces?
-Fin de la discusión, cortala.
-No y no.- repliqué. -No podés decirme que me detenga acá y menos ahora. Me gustás demasiado.- la tomé gentilmente por la cintura y decidí que era hora de concretar las cosas.

Estuvimos así por cierto tiempo. No me atreví a abrir los ojos. Quería poder comprenderla un poco más, conocerla, como si el contacto de nuestros labios dijeran lo que las palabras a veces no pueden expresar. Nos separamos y nos miramos a los ojos por unos segundos.

-Se está haciendo de noche.- dijo. Se había calmado un poco.
-Si. Dios, como odio esto...
-¿Qué cosa?- La preocupación se apoderaba de su mirada.
-Es tarde, tengo que volver a mi casa pero no quiero hacerlo.- dije entre risas para tranquilizarla, pero era la verdad. El momento perfecto, sentimientos que parecen ser correspondidos y el maldito tiempo entrando a escena otra vez de forma apresurada.
-¡Jajajajajaja!- comenzó a reir. Vino hacia mí y me abrazó. -Sos un idiota, jajajaja.- noté cómo depositó su peso en mí y cerró sus ojos. Se veía tan relajada.
-Antes no lo era, no sé qué me pasó.
-¿El amor no suele poner así a la gente?
-Vos lo dijiste, loquita. Vos lo dijiste...- le acaricié la mejilla, nos miramos y nos dimos otro beso.
-Ay, Dios, ahora yo odio esto...
-¿Por qué?- ahora el asustado era yo.
-Mañana tenemos escuela...
-Uy, noooo, no me hagas acordar. No voy a poder aguantar verte en los recreos y hablarte como si no pasara nada entre nosotros.
-No, yo tampoco, pero podemos aparentar yendo abrazados como amigos un rato y después soltarnos, ¿no?
-De todas formas, siento que me va a llevar el deseo de besarte en plena multitud.
-Controlate entonces, así como lo voy a hacer yo. Cuesta, pero es posible.
-Tenés razón. Además no quiero que nuestra relación se base solamente en eso.
-Ni yo.

-Me gustás por tu forma de ser y de pensar, porque me interesa tu opinión y tu manera de ver las cosas. Aparte, porque cuando estoy con vos siento que nada importa y que el tiempo es infinito.
-Y vos a mí porque sos un sol de persona. Siempre me sacás una sonrisa y me aceptás tal cual soy. Con vos no necesito aparentar, no necesito preocuparme por lo que vaya a decir. Puedo estar tranquila. Además, sos diferente a los demás chicos que conocí. No sos como ellos, no me vas a lastimar.
-Jamás me atrevería a hacerlo. Va en contra de mi forma de ser.
-Por eso y mucho más me gustás.
-Sabiendo esto, odio aún más al tiempo, jajajaja. Pero está bien, porque ahora sé que si me la juego por vos no voy a chocarme contra la pared. De todas formas, quiero que esto vaya de forma tranquila, nada de apurarnos. Te quiero de verdad y te quiero en serio. También te quiero conocer.
-Me parece perfecto.
-Estoy feliz, muy feliz.
-Yo también, bonito.
-Bueno, creo que ya es hora de que me vaya. Mis papás me van a matar si llego tarde y también presiento que te van a matar a vos.
-Si, yo tambien, pero no me quiero ir.
-¿Y te pensás que yo sí?- la abracé fuertemente.
-Qué lindo abrazo.- dijo con gozo.
-Y el que te voy a dar mañana va a ser más lindo todavía, ya vas a ver. Me retiro, preciosa. Descansá y cuidate, que mañana te quiero ver.
-Vos también descansá, ¿si? Te quiero.
-Yo también.

Teatro (y/o comedias musicales).

¿Por qué lo hago?

Porque me encanta.

-Me encanta esa adrenalina que se siente estando arriba del escenario.

-Me encanta la magia que siento al interpretar un papel.

-Me encanta adueñarme de ese papel, sentirlo a flor de piel.

-Me encanta por el simple hecho de encantarme.

-Sea en donde sea que actúe, mientras pueda hacerlo soy feliz.

-Me encanta por unos segundos escapar de la realidad, olvidarme de quién soy.

-Me encanta conocer la trama a fondo.

-Pero por sobretodo me encanta jugar.

-Me encanta divertirme.

-Me encanta conocer gente que comparte la misma pasión (por decirlo de alguna forma).


Amo actuar, amo escribir y amo hacer música. Me gusta el arte, ¿se nota?

miércoles, 14 de marzo de 2012

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Al fin había despertado, o eso creía.

Cuando despertó no podía ver nada debido a que se encontraba atrapado en una de sus celdas. Cada vez que los recordaba, un gran resentimiento y un fuerte instinto asesino lo invadían. Deseaba hacerles lo mismo que le hicieron pero diez veces peor. Se lamentaba por estar tan débil, por no poder levantarse, por no ser capaz de luchar. Ellos le arrebataron todo: su vida, sus amigos, sus sueños, su libertad. Pero no le importaba mucho ya porque todavía poseía algo de suma importancia, algo que ellos subestimaban: la voluntad.

Los dinosaurios aparecieron y comenzaron con su rutina: lo torturaron, lo lastimaron y le obligaron a decir la verdad. "No sé nada, basta, por favor..." era todo lo que decía, pero no les importaba en lo más mínimo. Continuaron con su tortura hasta dejarlo inconciente. Una vez hecho esto, optaron por devolverlo a su celda.

Al fin había despertado, o eso creía. El joven, todo lastimado, continuó aferrandose a su voluntad. Tenía la esperanza de que un día estos monstruos iban a pagar por todos sus pecados. Comenzó a reir frenéticamente mientras recitaba:

Los amigos del barrio pueden desaparecer
(...)
pero los dinosaurios van a desaparecer.