miércoles, 5 de enero de 2011

Ordenes.

Escuchaba voces. Eran como susurros, pero las escuchaba. A veces eran bien claras, otras un simple ruído. Pero lo que le llamaba la atención eran las cosas que le decían: "¿Por qué? ¿Por qué te dejás abatir de esta forma?", algunas eran más violentas: "Dale, cachorro. Sabés lo que podés hacer, ¿por qué no te animás?", "Sos un cagón, tenés miedo de rebelarte". Otra más compasiva, pero era solo una, de las trece que percibía. Le advertía del peligro, y que estuviera tranquilo ante todo. Siguió así por meses. Pasado un año, el jóven se encontraba tranquilo en el campo, disfrutando por fín de un momento de paz, hasta que esas voces cambiaron su panorama. No lo soportó más, así que les indicó que se callaran, por las buenas o por las malas. Siguieron, y siguieron, y cada vez eran mayores las advertencias y la devastación del jóven, que decidió tomar una soga, y callarlas por las malas...

3 comentarios:

Lara Gschwind dijo...

Dos palabras: Me encantó.

ovejalucifer dijo...

Wtf
Extrañius. Re da para desarrollarlo, eh! :) Hace mil que no chatemos.
Na, mentira xD

Bibiana dijo...

uno siempre está presente en su propia vida...salvo excepciones de fuga