martes, 15 de marzo de 2011

Disfrutaba pasar la tarde junto a mis amigos. Era uno de esos momentos en los cuales podía estar en paz, compartiendo grandiosos momentos, y con gente que valía la pena. No necesitaba aparentar nada, a ellos no les molestaba que de vez en cuando me colocara mis auriculares y viajara a mi propio mundo, lejos, reflexionando sobre esas pequeñas dudas de mi existencia. Eso si, no faltaba nunca ella, que hacía su entrada triunfal y removía uno de mis auriculares, transportándome a la realidad de nuevo.

-Eh, si te vas a aislar de todos, para eso no vengas- dijo en tono de reto. Percibía un poco de angustia en sus palabras.
-No, no es eso, corazón. Lo que pasa es que, cuando estoy con ustedes, puedo relajarme de tal forma que me cuelgo, y acá están las consecuencias- Dije en tono de broma, agregando la palabra "corazón" pausada pero claramente, para ver su expresión. Se sorpendió por un momento, pero luego volvió en sí. La había atrapado.
-Bueno, bueno eh. "Corazón" nada- Parecía molesta por eso -Vení, vayamos a las hamacas, quiero ganarte de una buena vez. Me desespera que siempre salgas invicto, te odio- Dijo entre risas.
-Ah, bueno. Así que la petiza se agrandó, eh. Ya vas a ver- Concluí sabiendo la que me esperaba, un gran puño en alguna parte de mi cuerpo. Me anticipé, la empujé despacio y salí corriendo de forma infantil. Quería verla sonreír aunque sea por un momento. De esa forma guardaría su sonrisa en mi memoria y la recordaría siempre que estuviese triste.

-¡Uuuuuy, te voy a matar!- Gritó exasperada. Sentía que si me detenía, me daría una gran patada que nunca olvidaría.

Llegué hasta las hamacas más rápido de lo que pensé. Me senté en el lado izquierdo, ya que era mi lugar preferido y de buena suerte, y me detuve a observarla. Era una mezcla de ira y dulzura andante. No pude evitar reirme, me despisté y, acto seguido, terminé en el piso.

-Ya suponía que iba a doler- musité. Me incorporé, y para mi sorpresa me encontré con esa magnífica sonrisa otra vez.

-Hey, salí de ahí. El izquierdo es el mío- reproché.
-Si, claro. Voy a dejar que te sientes acá, tu lugar de la suerte, eh-
-Sos tremenda- luego de eso, bufé y me senté a su lado.

Comenzamos con la competencia. Estábamos bastante parejos, sin contar el empujón que me dio de la nada. La miré enojado, y dí un salto. Una vez fuera de mi asiento, esperé a que ella se detuviera. Hasta que por fín lo hizo...

-¿Qué te pasa, te asusta un simple empujón?-
-......- Me limité siquiera a mirarla, para que supiera que algo sucedía.
-Qué pasa?- cambió el tono de voz.
-No, nada. Creo que me ganaste...- Sonaba raro. ¿Por qué? Hace un momento estaba enfadado, y ahora nada. La nada misma.
-No me mientas. Algo te pasa-
-No, tal vez me mareé-
-Agustin...¿qué te pasa?-

¿Por qué me sentía así? ¿Qué me pasaba?

-¡No sé! Si, no, ¡esperá! Sé que algo me pasa. No sé cómo explicarlo-

Sentía una rabia incontrolable. Primero: me había abierto a alguien. Jamás tuve la necesidad (ni el deseo) de decirle a alguien algo como eso... "No sé cómo explicarlo". Mentira. En lo más hondo de mi mente se encontraba la respuesta, y la tenía en la punta de la lengua. Pero no, no estaba del todo convencido de que sea la verdad. No lo estaba, o no quería.
Un gran sentimiento de duda recorrió mi cuerpo. Había caído en la desesperación. Odiaba no poder expresarme como siempre, tan seguro de mi mismo y con mis ideas claras. Pero luego de eso, una gran calidez me envolvió.
Era extraño, pero me gustaba. Tomé noción de lo que sucedía: se encontraba junto a mi, abrazándome de tal forma... Parecía tan frágil, pero tan resistente a la vez. Era perfecta.

-Ya sé qué es lo que me pasa- Mi voz sonaba diferente, casi como si fuese otra persona.
-Entonces...?- Se separó unos pocos metros.
-Esta vez te voy a ganar, muahahaha-
-Sos un tarado-
-Lo sé, trato de ocultarlo a veces pero me es muy difícil-
-¿Ves? Por eso mismo lo digo-

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