jueves, 17 de marzo de 2011

Me encontraba en mi mundo, pensativo. Divagaba intentando de encontrar las respuestas. Era muy molesto, la verdad. Mi compañero de banco, como siempre, se atrevió a molestarme durante toda la mañana. Sólo en los recreos paraba.
Ya en la última hora de clases, y sin ganas de nada, continuó molestando y molestando de tal forma que me obligó a girarme de forma amable hacia su dirección.
-Me estás obligando a que agarre la tijera y te despelleje.

Continuó pensando que estaba bromeando, pero se equivocaba. Volví a advertirle lo anterior, pero esta vez le mostré mi arma.
-Me estás agotando la paciencia...
-Jajajajajajajaja, re sacado el chabón.
-No te estoy jodiendo, vos me conocés.
-Bueee, pará malo, jajajajajaja.

Me incliné hacia mi mochila, abrí el bolsillo escondido que tiene por dentro y saqué el cuchillo de cocina que tenía guardado allí. Volteé y se lo clavé en la garganta, ya me atormentaba con sus alaridos y bromas. Al fin se calló el muy imbécil.

El curso no se dio cuenta; no me extrañaba. Me apresuré antes de que las chismosas de Laura y Mariana notaran a mi compañero con la herida y le pregunté a la profesora si podía ir al baño. Asintió y salí con cuchillo en diestra y auriculares a siniestra. Sonó esta canción en particular, que hizo que recordara una parte de una serie que me gusta. Había relacionado un poco la situación, y lo divertido que sería imitarla. Retorné a mi salón extasiado por el momento y allí comencé a matarlos uno por uno. No me importaba nada. Cada movimiento efectuado con mi cuchillo sobre sus cuerpos era tan relajante. Iba liberando mi alma de sufrimiento, un sufrimiento incomprendido por mi ser. No sabía por qué sufría tanto. Por qué la sociedad era tan mala conmigo.
Poco a poco fueron quedando menos. La última persona que quedó de pie fue ella. La miré, pero estaba diferente. Tenía toda la cara mojada. Por qué se mojó si no llueve? Y además del agua, podía observar pequeñas manchas rojas en todo su cuerpo. Estaba boquiabierta, pero era de esperarse. Se encontraba frente a mi, el raro del curso, el que siempre habla de forma extraña; actúa de forma extraña.
De pronto, empecé a sentir que mis ojos ardían... No me gustó para nada. Le pregunté qué era lo que me pasaba, por qué mis ojos ardían, pero se quedó parada frente a mi, inmóvil. Seguía interrogándola, pero nada.
-Está en estado de shock- dijo una voz masculina.
-Pero no, qué decís. ¿No ves que nos tiene miedo?- Ahora era una mujer.
-No sirve. Es como los demás. Se burlará de nosotros, nos molestará como ese otro estúpido. Yo digo que hay que matarla, ¿no creés?

Esas dos voces sonaban en mi cabeza, no se callaban. Eran insoportables. Pensé en una forma de callarlas, eran molestas. Así que la maté.

-Oh por dios, qué es lo que acabo de hacer. Mariana, ¿me escuchás? Mariana...
-Era necesario, muchacho. No viste su reacción...
-¡CALLATE!
-Cómo te atreves a hablarle así, pequeña hormiga. Más respeto para él...
-No te molestes, no me importa. Este mocoso no sirve tampoco. Es inútil.
-Tenés razón, es un bueno para nada. Pero qué se le va a hacer, tendrá que cargar con esa carga por toda su vida. Inservible...
-CALLENSÉ, ME ENFERMAN. Callensé...
-Si querés te ayudamos. Prestanos tu brazo, ¿si?

Mi cuerpo empezó a moverse solo, no me obedecía. El cuchillo se posó en mi estómago, esperando la orden fatídica. Ya nada me importaba. No estaba asustado, ni triste, ni alegre. Nada. La muerte no significaba nada para mi, así que el proceso fue muy rápido. Lo único que me entristeció al final fue Mariana... nunca pude decirle lo mucho que la quería. Espero verla del otro lado, para confesarle mi amor. ¡Será genial!

3 comentarios:

Juanfra Migliore dijo...

Estás del tomate, pibe.
Pero, de todas formas, muy buen blog.

Peacemaker dijo...

Mirá quién apareció. Bienvenido a mi mente.
Gracias. Me alegra que te guste. :)

Lara Gschwind dijo...

Ah, no, yo te aplaudo de pie, éstas son las cosas que me gusta leer a mí! sos ovejo, sos groso.